Día de la Mujer | Consejo de la Magistratura

Publicado el 08/03/2022

“La igualdad de género y los derechos de las mujeres son fundamentales para el progreso mundial en las esferas de la paz y seguridad, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Solo podremos restablecer la confianza en las instituciones, reconstruir la solidaridad mundial y cosechar los frutos derivados de contar con perspectivas diferentes si hacemos frente a las injusticias históricas y promovemos los derechos y la dignidad de todos.”

António Manuel Guterres
Secretario General de Naciones Unidas

I – El 8 de marzo es una fecha destacada en distintas partes del mundo. Se conmemora el “Día Internacional de la Mujer”, formalizado por Naciones Unidas en 1975.

          Este especial día, en palabras de la ONU, “se refiere a las mujeres corrientes como artífice de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre”.

II – La evocación tiene sus raíces en el movimiento obrero de mediados del siglo XIX, en un momento de gran expansión y no pocas turbulencias, en el mundo industrializado, en el que la mujer comenzó a alzar cada vez más su voz.

La vida de la fémina en Occidente, por aquel entonces, era una continua historia de limitaciones: ni derecho a voto, ni a manejar sus propias cuentas, ni formación y con una esperanza de vida mucho menor que la masculina por los partos y los malos tratos.

          Un ejemplo de esa creciente inquietud y debate entre mujeres se encuentra en 1848, cuando las estadounidenses Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott congregan a cientos de personas en la primera convención nacional por los derechos de las mujeres, en Estados Unidos, que el 2 agosto aprobó la “Declaración de Sentimientos”.

          La brega, repetida tantas veces, era que “todos los hombres y las mujeres son creados iguales” y por lo tanto se exigían derechos civiles, sociales, políticos y religiosos para el colectivo.

          Hubo una suerte de reacción espasmódica en forma de sorna, en particular al derecho de las mujeres a votar, pero establecieron una plataforma ideológica sobre la que construir nuevos discursos en los sucesivos movimientos del activismo de la mujer.

III – En este contexto, con una sociedad en proceso de mutación, se llega a la marcha de mujeres que se vivió en Nueva York en 1908, cuando más de 15.000 tomaron las calles para pedir menos horas de trabajo, mejores salarios y derecho a votar.

          Con el impulso colectivo, al año siguiente el Partido Socialista de América declara el “Día Nacional de la Mujer”, que se celebra por primera vez en EE.UU. el 28 de febrero.

          Lejos en distancia pero cerca en ideales, irrumpe una mujer que pasaría a la historia como la promotora del día de la mujer internacional: Clara Zetkin, una militante comunista de Alemania que, entre otras propuestas, sugiere la conmemoración de un día de la mujer a nivel global en 1910 con motivo de la Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora en Copenhague. Si bien se aprueba por unanimidad, no se establece una fecha concreta. En una verdadera espiral de movilización, el 19 de marzo de 1911 se reúnen millares de mujeres en Alemania, Austria, Suiza y Dinamarca para festejar el primer Día Internacional de la Mujer.

          Sabedoras de las dificultades y con la atención pública que generó semejante movilización, reclaman el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

IV – Terminada la Guerra mundial, en  1945, se forman las Naciones Unidas para impulsar cierta cooperación internacional y la Carta de este organismo se convierte en el primer acuerdo internacional que consagra la igualdad de género.

          Pasaron los años y en 1975, la ONU dispone celebrar por vez primera el “Día Internacional de la Mujer” el 8 de marzo, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer.

          Un tiempo después, en 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la “Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer” (CEDAW), el instrumento internacional más exhaustivo, que tiene como principal objetivo proteger los derechos humanos de las mujeres. La Convención exige que los Estados miembros eliminen la discriminación contra las mujeres en la esfera pública y privada, incluido el ámbito familiar, y se propone alcanzar una igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, tanto en las leyes como en la vida real. Es CEDAW el segundo instrumento internacional más ratificado por los Estados miembros de la ONU. Entre nosotros lo fue por ley 23.179.

En el año 1987, con motivo de celebrarse la “Tercera conferencia mundial” se logra elevar las cuestiones de género a categorías transversales, y de esta forma dejan de ser temas independientes logrando que la violencia de género pase a ocupar un lugar de privilegio en los debates internacionales.

          Unos años después, en 1995, nace la plataforma de Acción Beijing en el marco de la Cuarta Conferencia que logró crear una nueva Oficina de la ONU para la igualdad de género y, por fin, en julio de 2010 se crea “Naciones Unidas Internacional de la Mujer”  que empieza a funcionar en enero del año siguiente.

          En 2013, “ONU Mujeres” establece una consigna que se repitió a voz en cuello “Una promesa es una promesa: Tiempo de acción para erradicar la violencia contra las mujeres”. Millones de mujeres todavía viven en países donde la violencia doméstica no es un crimen, donde el conflicto o emergencia desencadena la violencia sexual, y donde una de cada tres es golpeada o forzada a tener relaciones sexuales durante su vida.

V – Luego de este breve recorrido, de más de un siglo, bien vale la pregunta por el futuro de la acción de los derechos de la mujer.

Una primera fase, la formal, se ha realizado con variada extensión. Se han modificado las legislaciones para llegar a la efectiva equiparación de los sexos.

          Pero la realidad demostró que no alcanza, al punto que hoy 2.700 millones de mujeres no pueden acceder a las mismas opciones laborales que los hombres; para 2020, menos del 25% de los parlamentarios eran mujeres; una de cada tres mujeres sigue sufriendo violencia de género; de las 500 personas en puestos de jefatura ejecutiva que lideran las empresas con mayores ingresos en el mundo, menos del 7% son mujeres. Datos que muestran una realidad caliente por los cuales sobran motivos para continuar y profundizar los reclamos y las luchas.

          En el espacio de la representación política es donde se produce uno de los déficits más notorios de la democracia. La constante marginación de las mujeres en los órganos de representación, la falta de igualdad en el acceso a cargos públicos y la dificultad para que los intereses de las mujeres estén representados constituyen problemas evidentes en la política.

VI – El color morado es el representativo de esta marcha, y el que adoptan las mujeres como símbolo de la reivindicación. Fue el color que en 1908 utilizaban las sufragistas inglesas, que se continuó por los sesenta, con las mujeres socialistas, para sus luchas feminista y hoy es el color del 8 de marzo.

VII – En este Día internacional de conmemoración mundial se debe afirmar la conciencia sobre la importancia de que las mujeres estén empoderadas en todos los entornos, efectivizar sus derechos y alcanzar todo su potencial; de igual forma debe servir para visibilizar la desigualdad y discriminación que aún viven las mujeres en todo el mundo, así como hacer efectivos sus facultades, incluyendo la necesidad de eliminar la brecha salarial, a fin de que las mujeres reciban la misma remuneración por realizar el mismo trabajo que los hombres, incrementar la presencia en puestos de liderazgo y eliminar la doble jornada de trabajo.

En memoria de todas las luchas que nos preceden para acceder a los derechos. Derechos que se conquistaron, que hoy están garantizados a través de la legislación y de políticas públicas y requieren del constante trabajo y organización colectiva para su cumplimiento y aplicación.

          La fuerza de trabajo que representan las mujeres a nivel mundial está invisibilizada, atravesada por la tracción que genera la doble jornada laboral y las responsables de las tareas domésticas y de cuidado, vedando muchas veces la oportunidad de la participación y militancia sindical, social y política. Es necesario romper con ese patrón cultural.

Aquello por lo que se batalló tanto como el voto femenino, el acceso a la educación, la salud sexual, la interrupción voluntaria del embarazo, entre otros, está garantizado por un amplio marco legislativo. Pero hoy se presentan nuevos desafíos que invitan a empresas para nada menores.

Es necesario exigir que las mujeres no sean únicamente consumidoras de innovación, sino que ocupen también un lugar como innovadoras, con su participación, tanto el diseño como la implementación de soluciones pueden abordar las necesidades específicas de mujeres y niñas, desde la creación de empleo decente hasta la prestación de productos, servicios e infraestructura a mujeres de todos los ámbitos de la sociedad.

          Todavía se necesita una educación respetuosa de la diversidad social, cultural, étnica, etaria y de condición física, que logre poner en crisis y desarticule ciertos estereotipos, que erradique prácticas discriminatorias, tanto en el ámbito público como privado, son algunas de las cuestiones para continuar con la búsqueda por la efectiva igualdad de género y posibilidades.

Por Ricardo Miguel Fessia
Miembro de la Unidad de Derechos Humanos, Género, Trata de Personas y Narcotráfico